Por SinEmbargo.- Los “cyborgs” como una posibilidad han sido una fantasía recurrente en la ciencia ficción y en todo lo que ha permeado este género. Películas, literatura, sin olvidar –claro– juegos de videos y comics han jugado con esta idea por largo tiempo. Mientras que los avances científicos reales parecen haber quedado demasiado atrasados en comparación de sus parientes especulativos, los primeros avances en esta materia comienzan a aparecer como un alternativa al fin, gracias a la ayuda de neuroprótesis.
Un grupo de investigadores de la Universidad de Duke logró dotar de visión infrarroja a ratas de laboratorio, mediante un proceso en el que están implicados unos electrodos conectados al cerebro de cada animal. Lo que podría parecer sacado de un filme se ha vuelto realidad y estos roedores ahora cuentan con un sensor infrarrojo instalado en sus cabezas.
La primera etapa del experimento consistió en el entrenamiento de un grupo de ratas, que se acerca a los llamados “puertos de recompensa” cada vez que una luz LED se enciende en ellos. Después, los científicos implantaron una red de electrodos en la región sensible al tacto del cerebro de cada roedor. De esta manera, los electrodos fueron conectados a un sensor infrarrojo, montado quirúrgicamente en la cabeza de las ratas. Después de la primera parte de la investigación se reemplazaron las luces LED de estos puertos por luces infrarrojas. En un inicio, cada vez que el sistema infrarrojo era encendido, las ratas se rascaban el rostro, ya que la señal equivalía a la sensación de que algo tocara sus bigotes. Sin embargo, luego de un mes, las ratas comenzaron a responder a estas luces de la misma manera en que lo hacían con las LED convencionales, adaptándose así las células involucradas al nuevo trabajo, conservando las dos funciones.
Este experimento busca explorar el potencial de las neuroprótesis sensoriales para compensar y aliviar cualquier déficit sensorial, ya sea de manera natural o provocado por otras causas. Asimismo, representa un mayor entendimiento a la relación entre cerebro, ordenador y las interfaces que buscan conectar a ambos.
El mayor problema de este procedimiento es que es invasivo, y serán necesarios años de estudios y pruebas antes de que pueda lograrse algo similar en seres humanos. Esto también abre paso a especulaciones que se orientan a sugerir que con esta técnica no solo se podría corregir una deficiencia, sino aumentar las capacidades ya existentes en el ser intervenido, aunque esto –de momento– aún no se convierte en una preocupación para los investigadores.