Todo empieza cuando a Finley Burton deben operarlo por un soplo en el corazón (arritmia cardíaca). Luego de la intervención quirúrgica, el bebé Burton presenta una taquicardia ectópica o ritmo cardíaco demasiado acelerado, por lo que los médicos del Hospital Freeman, en New Castle, Inglaterra deciden lo más práctico: congelar al niño bajo una temperatura de 33,4 grados centígrados, durante cuatro días. Proceso al que denominan como criogenia.
Según la madre, el nene parecía de cera, casi irreal, mientras que el padre consideraba la situación como increíble, horrenda e inexplicable. Finley, de cuatro meses de edad, asombró a los doctores por su rápida recuperación y desde entonces, sólo tiene revisiones médicas, cada ocho semanas.
